Por Clara Sánchez
No es una historia nueva, mucho menos en la gimnasia. La emblemática Nadia Comaneci, quien a los 14 años logró el 10 perfecto en la prueba de las barras paralelas en las Olimpiadas de Montreal en 1976, intentó suicidarse un año después debido a la presión mediática, familiar y deportiva que caía sobre sus hombros.
Tokio 2020, “la mejor gimnasta del mundo”, la norteamericana Simone Biles, ganadora de cuatro medallas de oro, robó los reflectores del mundo al retirarse de las pruebas individuales, suelo, salto y barras asimétricas a consecuencia de un bloqueo que ponía en riesgo su salud mental.
La postura de Biles abrió la puerta para que decenas de deportistas alzaran la voz apoyando la decisión de su colega. La primera en hacerlo fue justo Comaneci quien declaró: «Cuantas más medallas tienes al regresar, más pesada es la mochila». La siguió el máximo ex nadador estadounidense Michael Phelps, condecorado con 23 medallas olímpicas de oro, quien aseguró a la cadena noticiosa NBC: «Espero que esta sea una experiencia de toma de conciencia, que sea una oportunidad para subirnos al tren y abrir de par en par este asunto de la salud mental. Es mucho más grande de lo que nos imaginamos.”
Por su parte la velocista y saltadora Tianna Bartoletta de EE.UU., triple oro en dos olimpiadas, suscribió: «Hay personas… que vieron a la mejor gimnasta de todos los tiempos retirarse del escenario más grande y puedo garantizar que por primera vez alguien en alguna parte está pensando… si ella puede alejarse de eso… tal vez yo también puedo tomar un paso así.»
Teresa Enke, esposa del portero de la selección de fútbol de Alemania, Robert Enke, cuya depresión lo llevó al suicidó en 2009, también avaló la decisión de Biles, al declarar a la agencia noticiosa DPA: «Me parece increíblemente genial, y de mucha fuerza, que alguien diga -no puedo continuar, tengo que protegerme, tengo que proteger a mis compañeros-.»
El apoyo llegó de distintas esferas, incluida la política mediante comentarios como el de la ex primera dama Michelle Obama quien escribió en sus redes “¿Soy lo suficientemente buena? Sí lo soy. El mantra que practico a diario. @Simone_Biles, estamos orgullosos de ti y te apoyamos. Felicitaciones por la medalla de plata, Equipo @EE.UU!” De igual forma se manifestaron artistas como Justin Biber, Janet Jackson y el diseñador Christian Siriano.
Pero Biles no es la única deportista que este año reconsideró su participación ni la única en ver mermado su desempeño, la tenista Naomi Osaka, encargada de prender el pebetero olímpico, fue eliminada de forma prematura. La explicación que dio fue la siguiente: “Sentía mucha presión por esto, creo que quizás porque nunca había estado en unos Juegos Olímpicos. Demasiado para ser los primeros”
El corredor irlandés Stephen Scullion, a sus 32 años, ni siquiera asistió a los Juegos para los que se clasificó en maratón, «no iré a los Juegos Olímpicos de Tokio, y hasta que no me sienta mejor con mi salud mental, me tomaré un tiempo para mí mismo», escribió en Twitter. «Pido disculpas a todos los que me han apoyado hasta ahora y se sienten defraudados. A veces en la vida hay que hacer lo correcto, y necesito encontrar un lugar feliz».
El deporte se tiñe de luto
Días después del anuncio de Biles, justo el 10 de agosto, la ciclista neozelandesa Olivia Podmore, quien no alcanzó a clasificar para Tokio 2020 apareció muerta en un hecho que apunta a un suicidio. Según las investigaciones, Podmore posteó en redes sociales, horas antes a su muerte un mensaje en el que enfatizó el peso de la derrota: «El deporte es una salida increíble para mucha gente. Una lucha muy gratificante. El sentimiento cuando ganas no se puede comparar a cualquier otro. Pero las sensaciones cuando pierdes, cuando no eres elegido ni te has clasificado, cuando te lesionas, cuando no cumples con las expectativas de la sociedad, como tener una casa, casarte, tener hijos porque lo has intentado dar todo por tu deporte, esas sensaciones también son diferentes.”
Huang Guohui entrenador del equipo de natación de Vietnam murió el 11 de agosto, también aparentemente por suicidio, durante la cuarentena en la que se encontraba en el hotel de Hanoi tras regresar de Tokio.
¿Ceguera o indiferencia?
Aunado al estrés que enfrentan los deportistas por mejorar sus marcas, alcanzar medallas y responder a las expectativas del gremio, patrocinadores y seguidores, los atletas de distintas disciplinas han tenido que enfrentar entrenamientos excesivos, el uso de la violencia psicológica y en varios casos el abuso sexual como le sucedió a Simon Biles quien en 2018 dio a conocer que fue víctima de abuso sexual, perpetrado por el médico del equipo estadounidense de gimnastas Larry Nassar, condenado a décadas de cárcel por abusar de al menos 265 gimnastas durante los años que trabajó en el equipo. El vergonzoso caso de Nassar fue documentado en la cinta Atleta A aún disponible en Netflix.
Ese mismo año salieron a la luz investigaciones en la que se dieron a conocer una serie de escándalos que involucraron al High Performance Sport New Zealand y el Cycling New Zealand con el acoso y el maltrato físico y psicológico de los deportistas, no sólo en el ciclismo.
Tras el fallecimiento de Podmore, la Federación Neozelandesa de Ciclismo, anunció que reformará los protocolos para apoyar la salud mental de sus deportistas.
Por su parte Mark Adams, portavoz del Comité Olímpico Internacional (COI), aseguró que la organización ofrece asistencia psicológica para los atletas en 70 idiomas. «La salud mental es un tema increíblemente importante, ¿estamos haciendo lo suficiente? Espero que sí, así lo creo. Pero como todos los demás en el mundo podremos hacer más al respecto».
Las evidencias demuestran que el trabajo del COI está muy lejos de ser suficiente, por el contrario es necesario replantearse los lineamientos con los que se están dirigiendo las disciplinas deportivas, es necesario retomar el lema que Henri Didon proclamó en 1891 para los Juegos Olímpicos Citius, Altius, Fortius “más rápido, más alto, más fuerte» con el que se hacía un llamado a los deportistas a buscar la excelencia personal y eso, por supuesto, incluye la salud mental.
Tristemente los objetivos se han confundido y se han puesto las marcas por encima de la salud física, mental e incluso de los valores éticos del espíritu deportivo y de la sana competencia como lo denunció la marchista colombiana Sandra Arenas quien acusó a sus compañeras de haberle propinado “rasguños, patadas, pellizcos y codazos” durante la competencia de los 20 kilómetros en los que obtuvo la medalla de plata. O el acto antideportivo del maratonista francés Morhad Amdouni quien tiró deliberadamente las botellas de agua reservadas para los corredores en uno de los abastecimientos ubicado en el kilómetro 28 de la prueba asegurándose, claro está, de conservar la última botella para él.
Deporte, ¿por salud o por narcisismo?
Tras resguardar su mente unos días, Biles compitió en la final de viga de equilibrio. El recuento de su participación en las olimpiadas la condecoró con dos medallas, la plata en el all-around y la de bronce en la barra de equilibrio.
Tokio 2020 deja una gran tarea, repensar la corresponsabilidad social que tenemos frente a la manera como estamos percibiendo y promoviendo el deporte. La advertencia está en cuidarnos y estar alertas a las señales que nos indican que estamos siendo víctimas y victimarios de nuestros retos y nuestras pasiones. La exigencia y la autoexigencia están presentes en todas las actividades humanas pero, particularmente en el arte y el deporte, se tornan más complejas debido a que son recompensados con aplausos, medallas y ahora likes. Por el contrario las “derrotas” son castigadas, señaladas y descalificadas.
Y la llamada de atención está dirigida a varios niveles. Previo a que un deportista o un artista llegue a la cima, fue un niño, un adolescente, un joven impulsado por padres, maestros, entrenadores y en algunos casos hasta patrocinadores que lo acompañaron a crecer y para quienes se convirtió al mismo tiempo en el repositorio y la catapulta de sus expectativas. Preguntémonos, ¿cuál es el límite entre impulsar a los deportistas a dar su mejor esfuerzo y sobre exigirles? El precio del éxito ¿tiene que ser la salud física y mental? ¿Dónde está el límite entre los sueños de esos atletas y los de sus mentores? ¿De quién son las metas? ¿Para quién y para qué son las medallas?
Recordemos que la finalidad principal del deporte es mejorar la salud física y mental, sin la última no tiene sentido la primera y, por el contrario, es la estabilidad mental la que potencializa el enfoque, la fortaleza y la habilidad física, de ahí que el deportista de alto rendimiento requiere una preparación integral en la que el apoyo y el acompañamiento psicológico resultan, como es evidente, fundamentales.
Referencias: